Miércoles, 16 de enero de 2013   |  Número 65
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PUBLICACIONES CIENTÍFICAS
SEGÚN UN ESTUDIO ESPAÑOL PUBLICADO EN ‘CIRCULATION’
La hipotermia a 32º C es más eficaz que a 34º C para reducir secuelas tras parada cardiaca
La investigación ha sido realizada por miembros de la Sociedad Española de Cardiología y del Hospital La Paz de Madrid

Redacción. Madrid
Una de las principales complicaciones después de restablecer el latido tras una parada cardiaca es la elevada posibilidad de sufrir secuelas neurológicas como consecuencia de la falta de riego sanguíneo en el cerebro. Concretamente, son dos tercios de los supervivientes los que acabarán sufriendo algún tipo de disfunción cerebral, desde una leve discapacidad hasta la muerte cerebral. Según el artículo ‘Hypothermia in comatose survivors from out-of-hospital cardiac arrest’, publicado en la revista Circulation y presentado en la reunión anual de la American Heart Association, la hipotermia a 32º C es más eficaz que a 34º C para reducir secuelas tras parada cardiaca.

El Dr. Esteban López de Sá es responsable de la Unidad Coronaria del Hospital La Paz de Madrid.

El Dr. Esteban López de Sá, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y responsable de la Unidad Coronaria del Hospital La Paz de Madrid, ha explicado que “existen diferentes técnicas que se han utilizado estos últimos años para conseguir disminuir la temperatura corporal, desde cubitos de hielo a suero helado o incluso una manta térmica. Pero hace un tiempo que las nuevas tecnologías (como los métodos endovasculares) han permitido ajustar la temperatura cerebral de forma exacta, lo que ha hecho plantearnos qué temperatura es más eficaz, si 32 o 34 grados”. En cualquier caso, enfriar el cerebro entre 32ºC y 34ºC durante las horas siguientes a la reanimación cardiaca (hipotermia terapéutica) es una técnica que se ha demostrado eficaz.

Hasta ahora se empleaba este rango de temperatura, porque con las medidas iniciales era muy difícil mantener una temperatura estable. Actualmente existen nuevas técnicas de enfriamiento con un control automático de la temperatura que permiten obtener niveles de temperatura muy estables.

El artículo mencionado publica las conclusiones de un equipo de investigadores liderados por el Dr. López de Sá, que ha realizado un estudio piloto para comprobar qué temperatura mejoraba la supervivencia de estos infartos. Así, tras estudiar a 36 pacientes y regular su temperatura mediante un método automático endovascular que consiste en implantar un catéter en la vena cava inferior, donde se hinchan unos balones con suero helado que permiten enfriar la sangre más o menos según la temperatura del paciente, se ha comprobado que existe un mejor pronóstico entre los pacientes que se someten a 32ºC que los que lo hacen a 34ºC. Concretamente, la supervivencia a los seis meses del tratamiento fue del 44 por ciento de los primeros frente al 11 por ciento de los segundos.

“El estudio nos ha permitido comprobar, además, que los pacientes que peor pronóstico presentan son aquellos cuyo ritmo inicial es de asistolia, frente a aquellos que presentan fibrilación ventricular. Hemos recibido muchas felicitaciones por este estudio, no solo por la iniciativa de emprenderlo ni por la dificultad de llevarlo a cabo, sino también por lo que podrá significar en el tratamiento de los pacientes que han sobrevivido a un paro cardiaco”, ha concluido el Dr. López de Sá.

 

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